Yo sabía, lo sabía desde aquella mañana que le vi. Iba con sus amigos y sus motos, cuando se quito el casco delante de aquel pub, le vi. Dios lo que sentí!!! Sus ojos tan azules como el cielo y tan trasparentes como el aire. Su tez morena y curtida y su pelo negro como la noche mas oscura, supe que me iba a costar mucho no amarle. Se volvió cuando uno de sus amigos dijo su nombre:
¡¡ Lucas!! ¡ Bendito nombre! ¡ Benditas letras que lo componen, lo que significaban...! Sabía que por la noche la ultima palabra sería Lucas y el primer suspiro de la mañana sería para él. En muy pocos días mis libros y cuadernos se llenaron con su nombre y mi corazón de sueños y simpatías. Cada tarde salía de clase e iba al parque donde sabía que estaba y le observaba desde una esquina temblorosa de que me viera de uniforme y que pensara que era una cría, la cría que soy, pero con un corazón con todo el amor del mundo y cuando sonreía ¡¡ Dios creía que me moría!!! Se echaba ligeramente hacia atrás y adquiría ese gesto de niño revoltoso.
Un día sentado en el parque, el estaba enfrente, dio la última calada a su cigarro y se fue. Yo le seguí con la mirada y de pronto apareció un seat 1000 color rojo vivo , salió de calle prohibida, yo grite y entonces... aquel sonido de cristales rotos. Salí corriendo hacia él, las lágrimas me nublaron la vista. Tenía medio cuerpo debajo del coche, estaba bocabajo con la cabeza de lado y el brazo destrozado. El conductor salió del coche repitiendo una y otra vez que lo sentía. Me puse de rodillas y apoyé su cabeza en mis piernas, le quedaba un soplo de vida, me miro, sus ojos representaban tranquilidad pero en su rostro se veía el dolor, del borde de sus labios salió un reguero de sangre que desapareció en su camisa. Solo dijo una frase: ¡ Tu mi pequeña colegiala! Y dejó de existir. Estaba demasiado destrozada para llorar, le cerré los ojos para siempre y me levanté. Cuando me di la vuelta vi a sus amigos quietos, viendo el cuerpo sin vida. Yo empecé a andar lenta y torpemente, vi su moto destrozada y retorcida y como un susurro oí: esa es la chica de la que estaba enamorado. Eché a correr y cuando mis entrañas parecían que iban estallar, me paré, alcé la vista al cielo y grité, mi voz se desgarró en el aire y subió mas alto que las estrellas y entonces me di cuenta que era su pequeña colegiala y oí el grito de mi corazón: las lágrimas caen cuando alguien esta enamorado.
