Hermosos y enfundados en vaqueros, casi tan perfectos como un anuncio de carne y hueso. Montados en la moto azul oscuro como la noche, se confunden con las luces de la ciudad.
Allí en Roma, como en cualquier otra ciudad del mundo, los adolescentes quieren volar, buscan caminar "tres metros sobre el cielo". Veloces, parlotean alegremente de todo y de nada, sonriéndose.
La preciosa y modélica Babi, apoyada en su hombro, se deja llevar así, sacudida por el viento y por esa nueva fuerza, la rendición... Nunca había sido tan feliz, con Stefano puede entrar en todas partes. El embrujo del amor le ha atrapado en sus redes; ella, soñadora y delicada, se da cuenta de que le está hablando de todo, de que no tiene secretos. Le parece inteligente, guapo, dulce. Es ella la que no se había dado cuenta antes. Es ella quien lo ha ofendido de una forma torpe. Pero después se perdona: sólo era miedo.
Nadie entiende esa extraña relación. Ni sus padres, que no cesan de recriminarle cómo puede pensar en ese gamberro sin futuro. Pero Step es algo más que un chico descarado y marcado por una vida algo canalla. Es la persona a quien ha enlazado su corazón y su destino.
Así, cuando nada, ni la vida, ni el futuro en la universidad, ni la familia tienen más sentido que esas horas vagando por las calles de Roma, Babi y Stefano bailarán en la noche, a tres metros sobre el cielo.
Porque más allá de los formalismos, más allá de todo, existe ese presente embriagador de dos jóvenes que han decidido amarse a pesar de todo y de todos.
Sí, pertenecen a mundos distintos, desean cosas distintas, pero tienen algo en común; el amor que les hará flotar y sostenerse, el amor que les hará encontrarse y cambiar: ellas se volverán más salvajes; ellos más tiernos. Mientras, allí abajo, la vida real ya les reclama.